Para salir de la cola… hay que ganar algún partido

Juan Andrés Frías González

Efectivamente, no hacían falta alforjas para este viaje. Para perder un partido, lo más fácil es no disputarlo. Para pisotear la dignidad del Estado, sólo hace falta tener un prófugo en Waterloo. Nuestro Presidente lo sabe muy bien. Sus colaboradores directos (Zapatero, Santos Cerdán…), mejor todavía.

Ahora,nos podemos poner exquisitos ante una militancia entregada, con un espíritu crítico cercano al cero absoluto.

Y decir con contundencia que no damos ningún partido por perdido.

¡Coraje y constancia!.

Así nos va.

Pues bien, hasta ahora los han perdido todos. No hay pelota que se saque a jugar que no acabe en el fondo de la red del equipo de casa. El contrario reside fuera por razones de seguridad. Y, además, es especialista en jugar con el campo embarrado.

No hay pulso que los separatistas pongan sobre la mesa, que no finalice con la humillación de Sánchez, de España y de los españoles. Al paso que vamos terminaremos en la cola esta temporada, por falta de contundencia ante un rival virtuoso en marrullería.

juan andres Juan Andrés Frías González

Y, como muchos otros españoles, pIenso, convencido, que tanta ignominia no beneficia en absoluto a nuestra estabilidad emocional.

Si abandonas el debate y te dedicas a la vida contemplativa, te crea problemas de conciencia por omisión culpable. Si decides incorporarte a la resistencia activa, resulta desesperante la falta de avances y la inoperancia resolutiva.

Pero el memorial de agravios no tiene visos de tener página final. La política de apaciguamiento iniciada a finales de 2017 no puede ser más eficaz. Cediendo continuamente ante el agresor hemos dejado en la cuneta todas las líneas rojas, todos los obstáculos, toda la seguridad jurídica. Y, de momento, no vislumbramos ninguna esperanza, más o menos próxima. Cuando pensamos en el Tribunal Constitucional nos echamos a temblar. Cuando lo hacemos en el CGPJ o en el Consejo de Estado, tenemos que reconocer que hay formas de sortearlos. Cuando fijamos la vista en Europa, vemos que está más allá de las montañas.

Cediendo continuamente ante el agresor hemos dejado en la cuneta todas las líneas rojas, todos los obstáculos, toda la seguridad jurídica. Y, de momento, no vislumbramos ninguna esperanza, más o menos próxima

Y antes de rendirnos, miramos al compañero de tertulia, al amigo o conocido, al familiar más o menos directo, al vecino…, buscando una brizna de esperanza, un brote verde de recuperación para la democracia española. Y no lo encontramos, de momento.

Es cierto que…torres más altas han caído o, si lo prefieren, que no hay mal que cien años dure. Al principio de la transición había algún partido que pretendía durar 107 años y llegó a los siete, con mucha dificultad.

Es nuestra esperanza.

Dos legislaturas son suficientes para medir la eficacia de un gobernante. O su inutilidad. Si ha sido un desastre, como me parece en el caso que nos ocupa, para que los ciudadanos dejen de ser triturados. Si lo hace bien, reconocerle los servicios prestados y desearle muchos éxitos en el ejercicio de su profesión habitual. ¿Qué no tiene? ¡Pues ya va siendo hora!

En el caso de España, desearíamos una alternativa más centrada, menos divisiva. Hay que recomponer consensos básicos: la unidad de España dentro de su diversidad, el respeto a la CE, a los poderes democráticos (a todos), a los individuos sin exclusión… Y un importante requisito: gobiernan, o deberían gobernar, los que son capaces de conformar un apoyo parlamentario, no basado en la venta de España en porciones.

Los que no estén cómodos con nuestro diseño constitucional que promuevan su cambio utilizando la normativa vigente. Cuando encuentren el número de apoyos suficientes ya podrán ejecutar sus deseos: dejar las cosas como están ( no nos ha ido demasiado mal), o cambiar la norma para que no la conozca ni…

En este caso la madre tiene demasiados hijos como para poder contentarlos a todos. Los menos ambiciosos nos conformamos con no conocer ninguna otra. Esperamos tener suerte.

¡No queremos morir de un sobresalto!

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