…No hacen falta estas alforjas
- Juan Andrés Frías González
Leía en los días en los que el Gobierno intentaba aprobar el enésimo decretazo, la publicación de un “meme” que establecía una comparativa entre el presidente de una comunidad de vecinos y el responsable del ejecutivo español. El primero llevaba a votación una medida para mejorar la accesibilidad de los propietarios a sus casas y el establecimiento de un bar de copas en los bajos del edificio, pero había que votarlo conjuntamente. Cuando salió NO, se quejaba amargamente de la insolidaridad de los votantes con los problemas de movilidad de los más vulnerables. No se le ocurrió pensar que, por separado, una propuesta habría sido rechazada (probablemente, la del bar de copas) y la otra aceptada de manera unánime ( instalar un ascensor para acceder hasta el cuarto piso).
¡Mira que es fácil!
¿No se les había ocurrido a los sres diputados?
Si tuviesen tiempo y ganas para leer el contenido de lo que votan, hasta podían haberse dado cuenta.
Juan Andrés Frías González
Si echan un vistazo a un decretazo con cerca de un centenar de propuestas, vengan de donde vengan, podrán observar que una son espléndidas, otras rechazables y el resto discutibles. Creo que para eso está el Parlamento, más para discutir y menos para vociferar, aunque se puedan hacer ambas cosas sin menoscabo de la Institución, columna vertebral de la democracia en los países que la cuidan y protegen por encima de intereses espurios.
Necesitamos un Parlamento en el que la oposición controle al Gobierno y no lo contrario. En el que los diputados pregunten, mejor respetuosamente, y el Sr Bolaños conteste a lo que se le pregunta. En el que las votaciones se ganen o se pierdan, pero no se mercadeen
Pues bien, con el documento y los botones de votación a la vista, la mayoría de sus señorías habrían comprobado que había medidas que no se podían votar conjuntamente. Ni siquiera en el decreto disminuido de la semana siguiente.
Dar el SÍ a la subida de las pensiones, a las ayudas al transporte público y a los abandonados por los que gobiernan en la tragedia de la dana, no es incompatible con decir NO a la protección de los que ocupan ilegalmente viviendas que no son suyas, o a medidas que regalan patrimonio de todos los españoles o suben impuestos sobre los que ya están subidos con anterioridad.
No, señorías.
Lean vdes los papeles que votan y conviertan el Parlamento en un organismo vivo que no acepta que les hagan votar en bloque aquello que necesita ser discernido por su diversidad.
¿Qué debería haber defendido el PP ante un decretazo tramposo?
Exigir con su presencia mayoritaria (en el entramado de las minorías parlamentarias que hemos elegido) el rechazo frontal a iniciativas como las del Presidente de la comunidad de vecinos. Se puede votar a favor de facilitar la movilidad en el bloque de pisos y en contra de la instalación de un bar de copas en el mismo. Pero para llegar a ese resultado, primero hay que leerse los papeles. Requiere un pequeño esfuerzo, pero está generosamente retribuido. Por cierto, con la aportación ciudadana que, en muchas ocasiones, no es valorada suficientemente por los que viven de ella.
Necesitamos un nuevo Parlamento que sea más representativo y menos sujeto al mandato imperativo de los jefes del Partido. No sólo porque la Constitución de 1978 lo contemple de manera expresa, sino porque animaría la vida política que, desde hace más de una década, está excesivamente en manos de caudillos de pacotilla con poco apego al debate interno.
Necesitamos un Parlamento en el que la oposición controle al Gobierno y no lo contrario. En el que los diputados pregunten, mejor respetuosamente, y el Sr Bolaños conteste a lo que se le pregunta. En el que las votaciones se ganen o se pierdan, pero no se mercadeen. En el que se respete a los ciudadanos que les pagan el sueldo y no se les insulte si son de los que no están al mismo lado del muro, que algunos se esfuerzan en levantar.
El Parlamento suele ser reflejo de la disparidad de opiniones de la población de un país. Las componendas postelectorales pueden acentuar o suavizar las posibilidades de Gobiernos más o menos centrados o extremados, pero el respeto a la oposición es un buen nivel para comprobar si la democracia está equilibrada. Y digo a la oposición porque el Gobierno ya tiene herramientas en sus manos para ganarse el respeto ciudadano, si es que quiere hacerlo.
Incluso la Universidad podría ser más respetuosa con la variedad ideológica de los que estudian en ella y no tratar de colonizarla hacia uno de los extremos. Uno ya está suficientemente mayor, pero si se pudiesen repetir las “andanzas”, no me gustaría escuchar “fuera comunistas de la Universidad”.
¿Por qué tenemos que escuchar una frase parecida para impedir que un conferenciante, supongamos que se llama Espinosa de los Monteros, pueda expresar sus ideas en un lugar en el que la tolerancia política debería ser seña de identidad?
Para este viaje…


