Perdón

Ángel García Calle

A mí me enseñaron a de pequeño a pedir perdón cuando cometía un error y, sobre todo, cuando con ese error hacía daño a alguien. Supongo que la mayoría de los lectores saben esta teoría y la aplican en el día a día.

Sin embargo, es curioso cómo nuestra clase política en general y nuestro des-Gobierno en particular, a pesar de los errores cometidos y del  daño infligido a nuestro Estado y a los españoles, ni se arrepienten, ni piden disculpas y, ni mucho menos, dimiten (esta palabra es que ni la conocen).

Y ya no hablo de personas que ocupen altos cargos, lo cual ya sabemos que fija el culo del político al sillón como un percebe al casco de un petrolero. Hablo simplemente de dirigentes políticos cuyo discurso se revela como hipócrita y populista con la realidad de los hechos.

angel garcia Ángel García Calle

 

Me refiero a los casos de machismo y agresiones sexuales que están asomando, hasta con una cierta y peligrosa normalidad, dentro de partidos políticos como PODEMOS, y que han sido escondidos y tapados por sus dirigentes, mujeres ellas, por cierto, con la excusa de que las “víctimas” (así las calificó la propia Ione Belarra) querían el anonimato. ¡Hay que ser cínica!

Si había delito de acoso o agresión sexual por parte de Monedero (y todo apunta a que lo había), el partido que se autoproclama feminista y hasta usa el color morado, como símbolo de su compromiso con las mujeres, debió denunciar los hechos y, por supuesto, expulsar al susodicho del partido “ipso facto”, en virtud de su propia proclama “yo, hermana”, sí te creo”.

Pero insisto, aquí nadie dimite, ni se le cesa, ni pide perdón por no haber sido coherentes, que es lo mínimo que se le puede pedir a un político. Ya no hablo de honestidad u honradez porque esas cualidades han desaparecido para siempre de una clase/casta política que se está degenerando a pasos agigantados en nuestro país.

Ione Belarra y Yolanda Díaz (como ocurrió en el caso de Errejón), encubridoras y cómplices ellas, como tantas y tantas que lo sabían en ambos partidos políticos y callaron como puertas, volverán a salir el próximo 8 de marzo con pancartas en alto, mientras que por debajo empujan la bazofia con el pie debajo de la alfombra.

Y no pasa nada.

El otro día leí un libro de un autor casi desconocido, Byung-Chul Han, que me dio una respuesta a la pregunta que todos nos hacemos: ¿cómo es posible que sigamos impasibles ante esta horda de corrupción, saqueo, colonización de las instituciones del Estado y desaparición de los derechos más básicos de la persona, como es el libertad de expresión o información?

Los casos de machismo y agresiones sexuales que están asomando, hasta con una cierta y peligrosa normalidad, dentro de partidos políticos como PODEMOS,  y que han sido escondidos y tapados por sus dirigentes, mujeres ellas, por cierto, con la excusa de que las “víctimas” (así las calificó la propia Ione Belarra) querían el anonimato

Su tesis principal es que hoy el poder político y económico no es como  antes, que era visible, físico, represor, disciplinario... Hoy el poder, no busca coaccionar, sino seducir, gustar (a través del consumismo, redes sociales, el optimismo, lo positivo, la optimización, las emociones...). Es un poder inteligente, amable, es el poder del 'me gusta'. De tal forma que no nos damos ni cuenta de que estamos sometidos, y nos dejamos someter con gusto y creyendo que somos libres. Así, el ciudadano se convierte en empresario y trabajador, contribuyente y recaudador, al mismo tiempo, se autoexplota sin darse cuenta y se convierte en un esclavo de sí mismo.

Por ese motivo, la revolución que algunos reclaman, hoy es impensable.

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