Octubre de 1934 (la evaluación de los hechos) la desmemoria histórica del PSOE

Damián Beneyto Pita

No cabe duda que los socialistas habían intentado una revolución violenta, y los republicanos de izquierda, incluido el partido conservador de Miguel Maura, les habían proporcionado un apoyo pasivo, como de hecho les seguirían proporcionando en el futuro.

Historiadores ideológicamente tan diversos como Gerald Brenan, Salvador de Madariaga, Raymond Carr, Gabriel Jackson, Richard Robinson, Carlos Seco Serrano, Ricardo de la Cierva o Pío Moa han descrito este episodio como el preludio o la primera batalla de la Guerra Civil (S.G. Payne  “El colapso de la República” pg. 161).

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Raymond Carr escribe: “La revolución de octubre es el origen inmediato de la Guerra Civil. La izquierda sobre todo los socialistas, habían rechazado los procesos legales de Gobierno;  el Gobierno contra el que se revelaron estaba electoralmente justificado” (The Republic and the Civil War in  Spain, pg. 10.- Londres. 1971).

Richard Robinson afirma: “Fueron los socialistas, no la CEDA, quienes volvieron la espalda al sistema democrático” (The Origins of Franco´s Spain, pg. 106.- Londres. 1970).

Los socialistas nunca hicieron una autocrítica oficial de estos hechos y en el siglo XXI siguen sin hacerla. Algunos de los actuales prebostes, haciendo gala de su ignorancia supina,  de su cara dura, o de ambas cosas, echan las culpas de aquellos hechos a los anarquistas de la CNT-FAI que, aunque participaron en la asonada, no fueron ni mucho menos los organizadores de la sublevación.

A título personal  sólo Indalecio Prieto, uno de los cabecillas de esta revolución- que intentó llevar armas a Asturias en el buque “Turquesa” y que acabó exiliado en Francia- comprendió la magnitud del error y se arrepintió  de aquellos hechos. En un discurso que pronunció México D.F., en  1942 dijo: “Me declaro culpable, ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en el movimiento revolucionario de 1934. Lo declaro como culpa, como pecado; no como gloria”.

Pero quizás sea Salvador de Madariaga escritor, catedrático de la U. de Oxford,  diputado a Cortes por la Federación Republicana Gallega, embajador en Washington, París y Ginebra, ministro de la República en 1934, primer  presidente de la Internacional Liberal y candidato en tres ocasiones a premio Nobel de la Paz  quien, en su libro “España”, haga la valoración, en mi opinión, más precisa y objetiva de este acontecimiento que fue  crucial para el porvenir de la segunda República.

Estas son algunas de las opiniones que tan insigne personaje expresa, sobre el asunto que nos ocupa, en su libro ya referido:

  • “El alzamiento de 1934 es imperdonable” (pg. 435)
  • “La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo” (pg.435)
  • “El argumento de que el Sr. Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falso”
  • “Todo el mundo sabía que los socialistas del señor Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931, sin consideración alguna”…  “El  señor Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución” (pg. 435)
  • “El señor Gil Robles, lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y despego al parlamentarismo, salió de estas crisis convicto y confeso parlamentario a punto de que cesó de ser, si jamás lo había sido sic., persona grata para los fascistas” (pg.436)
  • “En cuanto a los mineros asturianos, su actitud se debió por entero a consideraciones teóricas y doctrinarias que tanto se preocupaban de la Constitución del 31 como de las coplas de Calaínos” sic. (pg.436)
  • “Si los campesinos andaluces que padecen hambre y sed se hubieran levantado contra la República, no nos hubiera quedado más remedio que comprender y compadecer. Pero los mineros asturianos eran obreros bien pagados de una industria que por frecuente colusión entre patronos y obreros venía obligando al estado a sostenerla a un nivel artificial y antieconómico” sic. (pg.436)

La izquierda en España, y especialmente el partido socialista,  nunca creyó en una república democrática donde fueran los ciudadanos quienes decidieran por quién querían ser gobernados, por eso, cuando ganó las elecciones el centro-derecha  no lo aceptaron provocando un golpe de estado en toda regla. Al final, como se demostró con el pucherazo en las elecciones de febrero de 1936, todo era una argucia para implantar en España una dictadura del proletariado al más puro estilo soviético.

“De hecho, inmediatamente que perdieron su posición en el gobierno, los dirigentes de UGT adoptaron a su vez la práctica de la huelga general revolucionaria cuyo objetivo manifiesto no era ya la simple obtención de mejoras para la clase obrera sino la destrucción de la República y la toma del poder” sic. (La Guerra Civil Española. Santos Juliá.- Ed. Shackleton books. 2019)

Termino con esta frase bastante contundente de Salvador de Madariaga, un republicano y un demócrata: “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936” (España, pg.437.- Ed. Sudamericana, 1964)

Damián Beneyto (agosto  2024)

 

Bibliografía consultada:

  • 1917.- Roberto Villa.
  • Entre la segunda y la tercera república.- Alejandro Nieto.
  • El colapso de la república.- S.G. Payne.
  • Historia esencial de la guerra civil española.- Ricardo de la Cierva.
  • La segunda República española.- Pio Moa.
  • Historia de la segunda república española.- Luis Palacios Bañuelos.
  • Así cayó Alfonso XIII.- Miguel Maura.
  • España.- Salvador de Madariaga.
  • Niceto Alcalá-Zamora- El Hombre que soñó con la república.- Javier Arjona García-Borreguero.
  • Memorias políticas y de guerra.- Manuel Azaña.
  • La Guerra Civil española.- Santos Juliá
  • The Republic and the Civil War in  Spain.- Raymond Carr
  • The Origins of Franco´s Spain.- Richard Robinson
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No es esto, no!

En España periodos democráticos en su historia apenas si los ha habido, si acaso el principio de la Transición de 1978 a 1982 o quizás y, tengo mis dudas, el periodo liberal de 1820 a 1823. En nuestro país cuando no ha habido monarquía absoluta o dictadura ha habido partidocracia que tuvo en Cánovas y en su rival, y sin embargo amigo, Sagasta un virtuosismo que para sí lo quisieran nuestros actuales “patócratas”.

Cánovas al que Madariaga señala como “el mayor corruptor de la vida política que España ha conocido” inventó, tras la “Restauración”,  un sistema político basado en el gatuperio, el enjuague o la trapisonda; la alternancia en el poder de dos partidos que se ponían de acuerdo para sustituirse, votase lo que votase el ciudadano,  gracias a un sistema electoral basado en el más puro pucherazo donde   las actas electorales se modificaban según conviniese a unos o a otros.

Alguien me podrá decir que durante la 2ª República gozamos de una democracia, pues miren ustedes: si analizamos la Ley Electoral existente, una entelequia de normativa farragosa y fácilmente manipulable, tampoco las elecciones de 1931 y 1933 fueron un desecho de virtudes,  y la misma Constitución emanada de esas Cortes, como reconoció el propio presidente de la República D. Niceto Alcalá Zamora “¡No es eso, no!”, era sectaria y discriminatoria. Por supuesto del pucherazo de las elecciones de febrero del 1936 ya ni hablamos.

Tras el franquismo, el pueblo soberano tenía muchas ganas de democracia, aunque no supiera muy bien lo que era eso y sigue sin saberlo, y después de una Transición modélica pese a quien pese, conseguimos lo más parecido a una democracia;  pero España no sería España si no fuésemos capaces de escacharrar lo que tenía visos de funcionar y nos pusimos manos a la obra: una Ley electoral absurda, un estado autonómico caótico donde el “café para todos” se ha convertido en café para unos y achicoria para otros  y unos partidos políticos que son los dueños y señores del cotarro.

Lo peor de este panorama es que el pueblo soberano sigue creyendo que vive en una democracia y que son ellos los que ponen y quitan a sus mandamases sin percatarse que el propio acto electoral, gracias a una normativa kafkiana propia de chamarileros, solo permite elegir las siglas pero no a los protagonistas que son impuestos por los partidos sin el acuerdo  siquiera de sus afiliados.

Al probo ciudadano se le imponen una serie de candidatos, de los que sólo conoce a algunos y a veces a ninguno,  porque así lo han decididos los prebostes de los partidos en función de unos intereses en algunos casos bastante espurios.

El sanedrín de cada partido denominado “comisión electoral” va colocando “candidatos” para los distintos estamentos públicos, no por razones de valía, capacidad, competencia o talento, si no por otras razones mucho más “políticas” como la docilidad, fidelidad al líder, influencia en sectores determinados, prestancia, sexo, amiguismo, compadreo, etc.

El pobre votante se comerá con patatas a una serie de personajes, auténticos mercenarios, si su intención es votar al partido “X” o “Y” --da lo mismo-. Pero lo peor es que, sin querer, los va a nombrar sus representantes cuando estos personajes sólo representan al partido que, al fin y al cabo, es quién  les da de comer. Sus intereses no los va a defender nadie, esto no es una democracia representativa es una partidocracia donde los intereses que prevalecen son los del partido y no los suyos. A ustedes, pobres desgraciados, les utilizan y luego les tiran a la papelera hasta las próximas elecciones en que les volverán hacer creer lo importante que es su voto; ¡que claro que lo es!,  para la supervivencia de los partidos pero no para la suya.

¿Han pensado alguna vez cuantas veces los políticos elegidos directamente con su voto han votado en contra de sus intereses o de los de su comunidad?, pero eso no es lo peor,  lo peor es que en las siguientes elecciones los volverán a votar  y lo seguirán haciendo “in saecula saeculorum”.

Tenemos un sistema electoral  absolutamente adulterado donde el poder radica en los partidos y no en el pueblo. Nos  han usurpado la soberanía y se la han dado a una pandilla de aprovechados que viven opíparamente gracias a nuestros votos pero que no nos representan. Así que no se quejen de las corruptelas, de la ineptitud y de la cara dura de unos u otros. Como decía un amigo mío: “una cabra en una lista electoral colocada estratégicamente acaba saliendo diputado o concejal”, el problema es que a esa cabra la has votado tú.  

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