Octubre de 1934 (El golpe). La desmemoria histórica del PSOE
- Damián Beneyto Pita
Como ya hemos visto la izquierda republicana y el partido socialista no se resignaban a que gobernara el centro-derecha a pesar de que había ganado las elecciones de 1933 por goleada.
El gobierno del partido Radical era estable con amplia mayoría parlamentaria gracias al apoyo de la CEDA a pesar de no estar en el gobierno. A primeros de octubre de 1934 Gil Robles, líder de la CEDA, después de nueve meses de apoyo a los radicales exigió que entraran en el gobierno ministros cedistas algo bastante lógico pues la CEDA doblaba en diputados al partido Radical. Así pues el nuevo gobierno incluyó a tres ministros de la CEDA democristianos y de corte moderado en las carteras de Justicia, Trabajo y Agricultura.
Damián Beneyto Pita
Esta fue la “provocación” esperada por el comité revolucionario socialista que el 25 de septiembre en “El Socialista” ya había declarado: “Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica; bendita sea la guerra”.
Azaña tampoco se anduvo con chiquitas y en un discurso realizado el 30 de agosto dijo: “En el caso de que la CEDA entrase en el gobierno, habríamos que conquistar a pecho descubierto las garantías”, un lenguaje marcadamente belicoso para alguien como Azaña, conocido por su cobardía física. (S.G. Payne “El colapso de la República” pag.147).
El 6 de octubre Martínez Barrio amenazaba al presidente de la República con una insurrección armada si no se formaba un gobierno de izquierdas.
Según cuenta Juan Simeón Vidarte, vicesecretario general del PSOE entre 1932 y 1939, el día 4 de octubre se reunían las ejecutivas del PSOE y UGT en la sede de El Socialista y Largo Caballero declaró que había llegado el momento del levantamiento armado por la dictadura proletaria.
Hay que decir que hacía ya bastante tiempo que la izquierda revolucionaria llevaba preparando el alzamiento contra la República. Ya a finales de 1933 CNT- FAI y UGT- PSOE junto a algunos partidos menores de extrema izquierda constituyeron la primera Alianza Obrera y ya a principios de 1934 empezaron a organizarse las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC) que ejercieron de policía privada y que recibieron instrucción militar. En 1934 las grandes organizaciones (CNT, UGT, PSOE, FAI) ya estaban en condiciones de hacer la revolución (Alejandro Nieto “Entre la segunda y la tercera república” pg. 95).
La insurrección armada de la Alianza Obrera comenzó la noche del 4 de octubre. Durante meses se había puesto en marcha una extensa planificación con un masivo almacenamiento de pistolas y rifles. Se hizo un llamamiento a una huelga general a nivel nacional que comenzó el 5 de octubre en Madrid, Barcelona y en aquellos lugares en que los socialistas eran fuertes. La huelga general en Barcelona tuvo cierto éxito gracias a que los trabajadores organizados estaban dominados por la CNT.
A las 8 de la tarde del 6 de octubre desde el balcón del Palacio de la Generalidad, Companys dijo: “Catalanes: los monárquicos y los fascistas han asaltado el poder…. La república democrática se halla en gravísimo peligro” y proclamó el Estado Catalán. Por supuesto los únicos que querían asaltar el poder legalmente constituido eran los partidos de izquierda y los secesionistas catalanes.
En Asturias la sublevación comenzó la noche del 4 al 5 de octubre. La fuerza de la insurrección fue más fuerte que en el resto de España por que la Alianza Obrera revolucionaria, apoyada por la CNT, fundó la primera comuna revolucionaria al oeste de Alemania desde la de París de 1871.
Veinte mil milicianos fuertemente armados con el armamento requisado en las comisarías y cuarteles de la Guardia Civil y el sustraído de la Fábrica de Armas de Trubia incluidos 20 cañones (los mineros además emplearon cartuchos de dinamita a modo de granadas) ocuparon toda la cuenca minera e intentaron tomar las principales ciudades. En Oviedo, defendida por apenas mil hombres entre militares y policías, ocho mil milicianos se hicieron con gran parte de la ciudad incluido el centro y destruyeron con los bombardeos y la dinamita muchos edificios incluida parte de la Catedral. La violencia fue extrema y a los actos vandálicos y saqueos hubo que unir los asesinatos especialmente de clérigos. En Gijón medio millar de militares y policías resistieron el asedio de fuerzas muy superiores en número (S.G. Payne “El colapso de la República” pg. 154-156).
También en Vizcaya y en Guipúzcoa se imponían los insurrectos que capturaron las armerías y fábricas de armas de Éibar y Mondragón. Los levantamientos y las acciones armadas fueron numerosos en las dos provincias produciéndose pillajes, ataques a establecimientos públicos e instalaciones eléctricas y asesinatos como los de los políticos Marcelino Oreja, Carlos Larrañaga y Dagoberto Rezusta. La rebelión se extendía también por León y Palencia y por localidades de Zaragoza, Cádiz, Murcia, Albacete, Huelva y Córdoba entre otras provincias. (Pío Moa “La Segunda República Española” pg.248).
El presidente del Gobierno Sr. Lerroux impuso el 6 de octubre la ley marcial. El ministro de Guerra D. Diego Hidalgo encargó al general Francisco Franco que coordinara las acciones para acabar con el golpe de estado.
La rebelión en Barcelona fue dominada rápidamente por el general Domingo Batet con tan solo 400 hombres a pesar de que el consejero de Gobernación José Dencás había armado a la milicia voluntaria de la Esquerra para tomar y controlar los puntos estratégicos de la ciudad. Fueron arrestados Companys y sus consejeros y también Azaña que “curiosamente” se hallaba en Barcelona en esas fechas y que, aunque no participó activamente en la asonada, si era conocedor de la misma.
En Asturias el levantamiento fue dominado por el general Eduardo López Ochoa que inicialmente solo contó con algo más de 300 soldados que fueron transportados en camiones hasta el Principado. El día 11 de octubre el gobierno envió a Gijón unidades de la Legión al mando del coronel Yagüe (cabe señalar que el gobierno del Sr. Azaña también envió regulares y legionarios a Sevilla en 1932 para acabar con el golpe del general Sanjurjo). Los combates más encarnizados se produjeron entre los días 14 y 17. Los anarco-socialistas habían constituido una especie de ejército de más de 20.000 hombres que se enfrentó a las fuerzas gubernamentales que ya contaban con algo más de 15.000 soldados. El 18 se rindieron los insurgentes y comenzó la ocupación de la zona minera.
El golpe de marras contra el gobierno legal salido de las urnas (algo que no ocurrió en 1936) se saldó con un montón de muertos. Entre los golpistas se calculan unos 1.300 de los cuales 1.100 en Asturias y entre el ejército y la policía unas 450 bajas. Además fueron asesinados por los milicianos socialistas y anarquistas 107 personas en Cataluña, 80 en Vizcaya y Guipúzcoa, 34 en Madrid, 15 en Santander, 10 en León… (Luis Palacios Bañuelos “Historia de la segunda República española “pg. 327-335).
Bibliografía consultada:
- - Roberto Villa.
- Entre la segunda y la tercera república.- Alejandro Nieto.
- El colapso de la república.- S.G. Payne.
- Historia esencial de la guerra civil española.- Ricardo de la Cierva.
- La segunda república española.- Pio Moa.
- Historia de la segunda república española.- Luis Palacios Bañuelos.
- Así cayó Alfonso XIII.- Miguel Maura.
- España.- Salvador de Madariaga.
- Niceto Alcalá-Zamora- El Hombre que soñó con la república.- Javier Arjona García-Borreguero.
- Memorias políticas y de guerra.- Manuel Azaña.


